#Opinión Prohibido untarse de pueblo
Por: Karen Paola Herrera

El 7 de agosto luego de su posesión, el presidente Gustavo Petro posesionó a gran parte de su gabinete ministerial al que le dio la bienvenida con un breve discurso en donde básicamente les indicó el camino que deben seguir. “No podemos fallar”, fue una de las primeras frases que les subrayó.

En medio de ese discurso que no superó los 15 minutos el presidente Petro lanzó otra serie de frases muy interesantes, pero hubo una en particular de la que quiero hacer énfasis en estas líneas: “No podemos separarnos de la población por nada”, les dijo el mandatario a los atentos ministros.

La expresión podría ser uno de los muchos lugares comunes en los que caen los políticos a la hora de hablar en público. Pero en este caso hay que analizar quién la dice y el contexto en el que se dijo. Primero, la pronunció Gustavo Petro, un hombre que ha sustentado su vida política en el apoyo popular y en cuanto al contexto la frase se dio tras una histórica posesión en la que participaron cerca de 100 mil personas que llegadas de todos los rincones del país llenaron la plaza de Bolívar en Bogotá para acompañar a su presidente.

“No podemos separarnos de la población por nada”, en el fondo es una advertencia a no dejarse obnubilar del poder, a no caer en la ceguera que producen los carros blindados, la legión de escoltas y, en especial, la tentación que produce el manejo de los recursos públicos. Un coctel peligroso que puede llevar a quien lo tome a olvidarse de las promesas que lo llevaron al poder y simplemente gobernar para sí mismo y para su círculo más cercano. Se necesita además de la formación académica, personalidad, valores que recuerden que los recursos públicos no son para la satisfacción personal, sino que pertenecen a la población. Y al tomarlos se altera el presente y el futuro de la misma, Es bíblico y también es un delito.

Al escuchar la frase de boca del presidente Petro pensé en la realidad de nuestros territorios y lo bueno que sería que nuestros gobernantes y quienes hacen parte de la cosa pública la pusieran en práctica. En este Caribe tan lleno de contrastes hay un hilo conductor que se repite más de lo que uno quisiera. Abundan los casos en los que los gobernantes luego de elegidos de inmediato pierden el contacto con la gente que los eligió. Es como si existiera un decreto que les prohibiera luego de ser elegidos untarse de pueblo. “El pastor debe oler a oveja”, dice el Papa Francisco; en muchas zonas del Caribe y del país, en general, el pastor, es decir, el gobernante, el servidor público, huele a todo menos a pueblo, prefieren gobernar a control remoto sin el roce diario con el ciudadano de a pie. ¿Cómo saben que necesita la gente?

De esta manera, ocurre una suerte de inversión: el Estado se convierte en una junta administradora de los intereses de los particulares; perdiendo de vista el interés colectivo de la sociedad. Ojalá los ministros y ministras y todos los servidores públicos del nuevo gobierno escuchen al presidente Petro y cogobiernen con la gente y miren a los ojos a quienes con el voto los pusieron en el poder.