“ Hoy es un día triste para el periodismo “ es la frase que más se lee en redes sociales a raíz de la pelea entre Vicky Dávila y Daniel Coronell, sin embargo puede que sea exactamente lo contrario, ya que deja al descubierto una vez más que los grandes medios de comunicación están al servicio de poderosos intereses políticos y económicos que con sus jugosos presupuestos logran la capacidad técnica y humana para apropiarse de la audiencia y así influir en la opinión pública según su conveniencia al tiempo que se reparten la torta publicitaria tanto pública como privada.
Los medios de comunicación independientes y en especial los de las regiones viven una realidad bien distinta, el poder político local, la falta de grandes anunciantes y los grupos armados ilegales ejercen sobre ellos una enorme presión que termina imponiendo una especie de autocensura en la que la corrupción, la violencia y el narcotráfico son temas prohibidos y quienes tengan la osadía de tocar lo intocable es sometido a la asfixia económica, el escarnio público, el desplazamiento forzado y hasta la muerte.
De allí la importancia del nacimiento de la agremiación iberoamericana de prensa independientes AIPI, una instancia que reúne a esos héroes muchas veces anónimos que luchan día a día por la libertad de prenda y de expresión y cuyo trabajo no sólo es mal remunerado sino además en muchos casos menospreciado.
La AIPI se convierte en la voz de la prensa independiente, en una herramienta para visibilizar aquello que en Bogotá sólo se sabe si lo dicen los grandes medios, esos mismos que hoy con el rifirrafe entre Vicky y Coronell demostraron una vez más que en el periodismo no se es grande por talento o vocación, sino que se es relevante si tiene el respaldo del poder político y económico.