El eterno debate sobre si el periodo de cuatro años para presidente, gobernadores y alcaldes es suficiente o debe ser alargado o permitirse su reelección, se basa en el tiempo que realmente gobiernan, teniendo en cuenta que entre la aprobación del plan de desarrollo y facultades sumado a las restricciones de la ley de garantías pierden cerca de dos años, es importante que las políticas públicas de alto impacto que logran transformar ciudades y mejorar la calidad de vida de los ciudadanos sean políticas de estado más que del gobernante de turno, esto no solo garantiza la continuidad del desarrollo sino que crean conciencia y sentido de pertenencia entre los ciudadanos que se ve reflejado en un voto de opinión que disminuye drásticamente la posibilidad de actos de corrupción.
Barranquilla y Montería son un claro ejemplo de esto, en esas ciudades se han implementado políticas a largo plazo eligiendo sucesivos alcaldes con afinidad ideológica y que comparten modelos de gobierno, lo que les ha permitido dar un salto gigantesco en su desarrollo.
Sincelejo debe seguir el ejemplo y continuar su transformación, no es momento para aventurarse con proyectos políticos improvisados y/o populistas, sigamos apostándole al desarrollo, en la continuidad está la clave.